domingo, 4 de octubre de 2009

Cadena de favores




Carmen Posadas. Artículodel XL Semanal del domingo 27 de septiembre "CADENA DE FAVORES"




"Se trata de una iniciativa que se ha puesto en marcha hace unos meses y que consiste en ofrecer favores de todo tipo. Así, quien visite la página encontrará una larga lista de personas que ponen a disposición de otras toda clase de cosas. Hay quien ofrece, por ejemplo, muebles o cochecitos de bebé usados y hasta quien regala un automóvil viejo...lo más curioso de esta cadena de favores es que está prohibido reclamar nada a cambio y esto es lo que ha llamado mi atención. No precisamente por el desprendimiento que implica (que también), sino por la gran inteligencia que demuestra. Porque lo cierto es que cuando uno da esperando recibir algo a cambio, lo más probable es que se sienta un tanto estafado. Y es que, inevitablemente, uno tiende a creer que su `favor´ es mucho mejor que lo que pueda recibir en compensación. Por el contrario, cuando no se espera nada, una misteriosa dinámica de las cosas hace que quien da, tarde o temprano, sea retribuido –y con creces– . . estas iniciativas se basan en la confianza. . . Se dice siempre que los momentos difíciles son los que dan la medida de lo que es cada persona, y lo mismo puede decirse de la sociedad en su conjunto. Porque al igual que en las épocas de bonanza –como ya hemos tenido ocasión de comprobar– florece la frivolidad más imbécil, el egoísmo infantil y el `me cachis qué guapo soy´, ahora, con las vacas flacas, ocurrirá todo lo contrario..."


Hace ya muchos años que lloré viendo en aquella película "Cadena de favores", a ese niño rubito tan inteligente y bueno que tenía la idea para un trabajo del colegio de , a partir de tres personas que hicieran un favor a otras tres a cambio de que estas regalasen otras tres deidades.. y así sucesivamente, cambiar el mundo. Llore-decía-porque la película no termina ,como no lo hace la vida casi nunca tampoco, de una manera justa. Y quizá porque me dedico a la justicia, es decir por lo que se suele llamar muy pijoteramente hoy en día "deformación profesional"(he observado la cara de la gente cuando suelta esta expresión tan guay), o simplemente por la sensibilidad tan inútil que padezco y que me hace amar tanto la poesía, las injusticias se me clavan en las entrañas y me salpican de dolor como cuando los "cazadores" de delfines se meten en la mar y los atraviesan con sus lanzas bañando de sangre la bahía. Así me siento yo cuando la balanza de esa diosa ciega se desequilibra. Y me callo porque , por "formación profesional" no puedo hacer otra cosa que mi trabajo, que es levantar acta o dar fe de las componendas que estupefacta tengo que ver cada día. Es dificil meterse en el pellejo de quien no es uno mismo, y por tanto es complicado que pueda entenderse mi dolor, como lo es comprender la sangre del delfin en la marea. Pero leer o escuchar, eso no es dificil.


Esta semana estoy de vacaciones, pero el sentimiento descrito se traslada a mi vida no laboral y a mi corazón privado. Allí, en ese ámbito si tengo más armas, además de la poesía y de este blog para exteriorizar la impotencia ante las sinrazones de la vida, tengo la cabeza; y , además, tengo algo divino que no se de donde me viene, algo que en este artículo Carmen Posadas llama confianza.


Y me he ido por las ramas, porque lo que yo quería decir se resume sin más en una cita que creo haber copiado ya en algun otra entrada de este blog "LO QUE DAS TE LO DAS, LO QUE NO DAS TE LO QUITAS". De muy niña, cuando ya empecé a no entender las injusticias me decía mi madre" HAZ EL BIEN SIN MIRAR A QUIEN" porque una buena acción siempre es recompensada( y eso, aunque me dejaran sola en el patio del colegio cada recreo me lo hubiera seguido repitiendo); me decía que las personas buenas son más felices, aunque no reciban contraprestación ninguna por lo bueno que hagan. Los años pasaron y dejé de estar sola en el recreo del colegio y en el patio de mi biografía personal porque encontré a mis cuatro amigas de toda la vida, así que mi madre tenía razón y una buena acción siempre es recompensada. Y con creces, también la señora Posadas se lleva la perra gorda con su opinión. Los años pasaron ( otra vez) y aún encima aprendí a ser feliz, así es que nuevamente mi progenitora también tenía razón, el bien hace más dichosa a la gente. Mi padre, también por formación profesional, mantuvo la boca cerrada-a disgusto, eso lo se muy bien-, pero no ha hecho en toda su vida nada que no fuera justo con la ley en una mano(mal que le haya pesado veces), ni nada que no fuera bueno con el corazón en la otra. En el Juzgado y en casa.


De adolescente escuché a un actor decir que los artistas deben partir de la nada , asumir que no tienen nada y que así todo lo que venga pueda ser considerado como un regalo. Ese consejo le valió que me haya tragado todas sus películas. Por aquellos años se repetía mucho eso de que el mal que hagas se te devuelve con la fuerza de un boomerang , multiplicado por tres. Todavía hoy cuando veo a niños en la playa jugando con ese disco no puedo evitar pensar:"cuidado, chaval, que como te vuelva triplicado el cacharro con la mala leche que se lo has tirado a tu colega, te quedas si ojo"


Y ya de adulta tengo muy claro que , por una extraña razón cósmica, metafísica, religiosa o lo que caraio sea DAR SIN ESPERAR es la respuesta a todo y la llave de la felicidad porque -como me aconsejó una vez una cuidadora de ancianos en el Hospital de Santa Clotilde de Santander- "NADA EN ESTA VIDA CAE EN SACO ROTO"; y como me dice tantas veces mi querido Mell boy, en referencia a mis quejas en temas como la amistad, el trabajo, o el propio blog"ES UN CAMINO SOLO DE IDA, no puedes esperar el retorno de lo que has dado, trabajado, dicho o escrito porque si fuera así, entonces no tendrías mérito".Tiene razón, claro. Así que yo hoy propongo a quien hay leido esto dar , dar , dar y seguir dando para que se ponga de una vez en marcha ese mecanismo maravilloso de la cadena de favores. Como en la foto que he escogido para esta entrada, está en nuestras menos.


Emma Peel

La soledad de los números primos


«En una clase de primer curso Mattia había estudiado que entre los números primos hay algunos aún más especiales. Los matemáticos los llaman números primos gemelos: son parejas de números primos que están juntos, o mejor dicho, casi juntos, pues entre ellos media siempre un número par que los impide tocarse de verdad. Números como el 11 y el 13, el 17 y el 19, o el 41 y el 43. Mattia pensaba que Alice y él eran así, dos primos gemelos, solos y perdidos, juntos pero no lo bastante para tocarse de verdad.»

Es un extracto de uno de los últimos libros que he leido"La soledad de los números primos", de Paulo Giordano, un italiano novel de 27 años, físico y ahora también escritor. Me lo recomendó una amiga, asidua lectora de este blog y me sirve hoy para hablar otra vez de mi tema favorito: la soledad.

Cuenta la historia de Mattia y Alice en varias etapas: desde la infancia hasta la edad adulta, casualmente(o no, como siempre) hasta llegar a los años con los que cuento exactamente yo hoy en día. Narra como la predisposición genética a uno u otro tipo de personalidad, las vivencias de la infancia, o simplemente el azar o nuestro empeño marcan nuestro destino, uno que a algunos nos impide bien querer o necesitar compañía en general , bien poder compartir nuestra vida con alguien en concreto pese al amor mutuo que nos pueda unir a esa persona, porque -como muchos ya hemos tenido ocasión de aprender-ni el amor lo puede todo( se lo escuché una vez a Espido Freire en una conferencia en el Ateneo de Santander y me adueñé de la cita), ni en la vida acabamos todos felices y comiendo perdices.


Yo pertenezco sin ninguna duda a esa clase de números primos gemelos, pero no por estar imposibilitada para amar o recibir el amor de la persona que yo he elegido ( de eso ya se encargó en algunas ocasiones y con algunos amores de juventud la vida-como nos ha pasado a todos-dicho sea de paso), sino por formar parte del primer grupo arriba mencionado. Por ser de esos bichos raros a los que les encanta la soledad, esa "criatura primorosa que no sabe que hermosa", como decía la canción. Pues resulta que quien escribe estas líneas, por circunstancias personales y educacionales, con las que no voy a aburrir al personal, si sabe desde hace varios años de la belleza de la soledad. Escribió Carme Rigalt en una ocasión que la soledad es un cuchillo que sesga la vida. Quizá para muchos lo sea, quizá muchos no pueden o no saben vivir solos.

No pretendo que nadie sea como yo , porque-repito-soy una especie solitaria y extraña y no soy ejemplo de nada. Como tampoco creo que los personajes de este libro lo sean. Pero si me gustaría que aprendiésemos amar un poco a esa soledad, que tanto enseña y que, sin embargo, despreciamos de facto y de obra. Para mi ese querer esquivarla a toda costa es lo mismo que decir que uno no se basta, que uno no se quiere lo suficiente y que uno espera que sea el otro, que sean las circusnatncias externas las que lo salven. Creo que mientras no nos queramos cada uno a nosotros mismos con nuestras soledades diarias o temporales , no podemos exigirle a la vida la contraprestación de que sea otro el que nos quiera. Simplemente me parece cuestión de lógica y de supervivencia. Los de"fuera"(bien sean pretendidas parejas o amigos que deseamos) huelen la desesperación como los perros huelen el miedo y eso los aleja. Cuestión de inteligencia amar la soledad para ser un poco menos infelices porque si la escuchamos con atención tiene mucho que decirnos sobre la compañía.

Emma Peel

viernes, 2 de octubre de 2009

...ya queda menos

Hola a todas-os,

...Melboy os manda saludos desde su refugio galáctico a la espera de finalizar su misión. Va quedando menos y hoy me he pasado por el blog y he visto que la creativa Emma no para en cuanto a capacidad literaria. Es muy grande esta mujer!

Yo volveré pronto y con mucho que contar,...pero hasta entonces os dejo con una obra maestra que espero os anime y os permita recordarme con una sonrisa.

Un apretón aceituno a todos!


Mellboy