domingo, 4 de octubre de 2009

La soledad de los números primos


«En una clase de primer curso Mattia había estudiado que entre los números primos hay algunos aún más especiales. Los matemáticos los llaman números primos gemelos: son parejas de números primos que están juntos, o mejor dicho, casi juntos, pues entre ellos media siempre un número par que los impide tocarse de verdad. Números como el 11 y el 13, el 17 y el 19, o el 41 y el 43. Mattia pensaba que Alice y él eran así, dos primos gemelos, solos y perdidos, juntos pero no lo bastante para tocarse de verdad.»

Es un extracto de uno de los últimos libros que he leido"La soledad de los números primos", de Paulo Giordano, un italiano novel de 27 años, físico y ahora también escritor. Me lo recomendó una amiga, asidua lectora de este blog y me sirve hoy para hablar otra vez de mi tema favorito: la soledad.

Cuenta la historia de Mattia y Alice en varias etapas: desde la infancia hasta la edad adulta, casualmente(o no, como siempre) hasta llegar a los años con los que cuento exactamente yo hoy en día. Narra como la predisposición genética a uno u otro tipo de personalidad, las vivencias de la infancia, o simplemente el azar o nuestro empeño marcan nuestro destino, uno que a algunos nos impide bien querer o necesitar compañía en general , bien poder compartir nuestra vida con alguien en concreto pese al amor mutuo que nos pueda unir a esa persona, porque -como muchos ya hemos tenido ocasión de aprender-ni el amor lo puede todo( se lo escuché una vez a Espido Freire en una conferencia en el Ateneo de Santander y me adueñé de la cita), ni en la vida acabamos todos felices y comiendo perdices.


Yo pertenezco sin ninguna duda a esa clase de números primos gemelos, pero no por estar imposibilitada para amar o recibir el amor de la persona que yo he elegido ( de eso ya se encargó en algunas ocasiones y con algunos amores de juventud la vida-como nos ha pasado a todos-dicho sea de paso), sino por formar parte del primer grupo arriba mencionado. Por ser de esos bichos raros a los que les encanta la soledad, esa "criatura primorosa que no sabe que hermosa", como decía la canción. Pues resulta que quien escribe estas líneas, por circunstancias personales y educacionales, con las que no voy a aburrir al personal, si sabe desde hace varios años de la belleza de la soledad. Escribió Carme Rigalt en una ocasión que la soledad es un cuchillo que sesga la vida. Quizá para muchos lo sea, quizá muchos no pueden o no saben vivir solos.

No pretendo que nadie sea como yo , porque-repito-soy una especie solitaria y extraña y no soy ejemplo de nada. Como tampoco creo que los personajes de este libro lo sean. Pero si me gustaría que aprendiésemos amar un poco a esa soledad, que tanto enseña y que, sin embargo, despreciamos de facto y de obra. Para mi ese querer esquivarla a toda costa es lo mismo que decir que uno no se basta, que uno no se quiere lo suficiente y que uno espera que sea el otro, que sean las circusnatncias externas las que lo salven. Creo que mientras no nos queramos cada uno a nosotros mismos con nuestras soledades diarias o temporales , no podemos exigirle a la vida la contraprestación de que sea otro el que nos quiera. Simplemente me parece cuestión de lógica y de supervivencia. Los de"fuera"(bien sean pretendidas parejas o amigos que deseamos) huelen la desesperación como los perros huelen el miedo y eso los aleja. Cuestión de inteligencia amar la soledad para ser un poco menos infelices porque si la escuchamos con atención tiene mucho que decirnos sobre la compañía.

Emma Peel

3 comentarios:

  1. El saber y poder vivir solos, es un bien preciado.

    ResponderEliminar
  2. Hace poco tiempo que he empezado a apreciar la soledad y estoy encantada con ella. Me parece muy importante saber disfrutarla, al igual que disfrutamos de la compañia.

    ResponderEliminar
  3. Emma, tenía ganas de leer esta entrada...
    La soledad, es triste, muy triste, sobretodo cuando no es buscada. Pero si que es cierto que hay que aprender a vivir con ella, porque nacemos solos y moriremos solos, por el camino nos encontramos a gente pero al final, tenemos que aprender a vivir con nosotros mismos, con nuestras neuras, nuestros miedos y nuestras fobias....

    ResponderEliminar