domingo, 27 de septiembre de 2009

Happy



"LA VALLA", por Mireya Sagarra:

"Me gusta la gente que es capaz de perder los papeles, hay que tener valor par estar un poco loco. ¿Quién dicta las normas de lo que es estar cuerdo? Las dictan quienes miran tras la valla de lo que procede. Esa valla es la que hace que nos quedemos donde no nos gusta, que digamos si cuando queremos decir no, porque estamos demasiado preocupados por lo que quiere el otro....Y así acurren los desengaños. En relación al caso real y reciente de una modelo que interrumpió una entrevista para buscar un pintalabios en su bolso...hay quien dice que eso es hacer el ridículo.. También los hay que no pasan por debajo de una escalera porque dicen que trae mala suerte , y todo el mundo es comprensivo¿ Un pintalabios es menos importante ? No"


Quien aquí escribe pertenece a esa especie de personas algo locatis de las que no pasa por debajo de una escalera, tocan madera sin patas si se cruza un gato negro y se doblega ante todo tipo de manías propias de Jack Nicolson en la película "Mejor Imposible", y lo gracioso es que no lo hace porque sea supersticiosa, sino porque la parte gallega que le corre por las venas le recuerda que "las meigas no existen, pero haberlas haylas", y que no se pierde nada por tocar madera o por no dejar el bolso en el suelo, no sólo porque dicen que se va el dinero , sino también porque en el suelo tirado te lo pueden robar, y además molesta. Pero para cuando llega esa segunda explicación ya no alcanza a escucharla el oyente de la primera que , claro , a esas alturas, ya me ha tomado por loca. Así que en este terreno de las supersticiones tampoco he encontrado mucha comprensión. Nunca me ha importado.


No se si fue en la segunda entrada que publiqué en este blog a principios de año "Comedia Involuntaria"( en alusión a un artículo del mismo título de Bárbara Alpuente) la primera vez que hablé de las personas "happy" , nombre que encabeza esta publicación. Ya decía entonces que la escritora reivindicaba la Comudia Involuntaria como un género que no consistía en otra cosa que en reirse de uno mismo y de las sitiaciones aparentemente trágicas que nos suceden y nos seguirán sucediendo en la vida.También a mi me definen, y en el lugar menos apropiado para ello, en el trabajo, mis funcionarios como una persona "happy". Así que no es dificil imaginar como puedo ser fuera de mi jornada laboral. No es propio ser "happy" en el horario de guardia , pero no cambio por nada muchas de las sonrisas que he motivado o me han motivado a mi en un lugar que se hace tan triste muchas veces, como es un Juzgado.


Y , como "happy" que soy, defiendo las supersticiones, igual que defiendo tipos de comportamientos que se catalogan, como dice esta trocito de artículo trascrito, como ridículos, porque defiendo las personalidades marcadas , o más bien desmarcadas . Es decir , me inspiran admiración las personas que , como Don Quijote , son capaces de parecer( que no ser, igual que el que parece tonto la experiencia me ha demostrado que normalmente no lo es-líbreme Dios de las aguas mansas, que de las bravas ya me libro yo), de parecer locas. Bien sea por superstición, por manías adquiridas del conocimiento de uno mismo o por imitación, cuando esas acciones que los demás consideran absurdas o incluso dignas de mofa ( y es que tristemente la felicidad del alegre despierta la mayor de las envidias que yo he visto jamás), hacen que la persona que las lleva a cabo sea portadora de alegría y de gracia , bievenidas sean porque ya bastante gris es nuestro día a día. No se quien dijo que el que con su alegría alegra al amigo , merece el paraiso. Yo tuve una amiga así , como la del artículo , que era capaz de dejar a cualquiera con la palabra en la boca si necesitaba pintarse los labios, esa amiga también iba cantando por la calle si se lo pedías o te dejaba notas escondidas en el pupitre cuando no la veía nadie. Fueron algunos de los mejores años de mi vida. Por contra no hace mucho tiempo me encontré en una mesa en una celebración de cumpleaños nada seria, más bien jocosa, sugiriendo ingenuamente que se encendieran las velas con cerillas, en vez de con merchero , que traía más suerte , y cual no es mi sorpresa al escuchar un comentario del tipo " ya está esta con sus tonterías". Luces y sombras. Así es la vida. Ellos se lo pierden.


Otra de las razonas por las que demando el enaltecimiento de ese tipo de personas y de sus conductas maravillosas es la misma por la que también reclamo respeto por la valentía, . La razón es que , parafraseando otra vez el artículo , "hay que tener valor para estar un poco loco". Escuché una vez a un presentador de televisión decirle a un invitado que reconocía haber perdido los papeles en la entrevista, que "cuando se pierden los papeles , se gana la vida". Y no sólo esa locura o esa pérdida de papeles, que no es más que la alegría de vivir, que no es más que ser un poco "happy", y que no es más que ganarle una pequeña partida a la vida, despierta las peores tirrias; también el coraje de ser diferente y el arrojo para demostrarlo importándote un bledo lo que piensen los demás hace nacer los peores instintos de los envidiosos que no pueden ser "happy" , que no pueden ser como nosotros. Así que dedicadas mis palabras a todos los "happy" de este mundo que sin ellos sería un poco más triste porque, como en la película, mejor imposible.


Emma Peel


lunes, 21 de septiembre de 2009

VIVIR

Bárbara Alpuente.VIVIR. Revista Yodona.


"....la razón nos engaña y afirma que la vida es así, y que esto es lo que hay...Es más facil pensar que no hay nada que hacer, que mejor nos quedamos como estamos y que cada uno es como es, sin darle al otro la oportunidad de ser de otra manera. A lo mejor preferimos que sea sí, que nadie nos rompa los esquemas e intentar evitar que nos visite la intuición durante el sueño, cuando por fin bajamos la guardia, para advertirnos que el mundo nos lo estamos inventando, y que además nos lo estamos inventando mal..Tiene su lógica , si lo que uno recibe del exterior es el mensaje de que su misión en la vida consiste en trabajar y ver pasar el tiempo. Hemos montado una plataforma pensada para distraer, que no es otra cosa que desviar la atención a otro lado. Hacia el lado donde se ahogue la voz interior que te susurra que estás viviendo a medias, que eres mucho más que un individuo anestesiado en el sofá perdiendo minutos irrepetibles ante un reportaje sobre sandías gigantes de Huelva. Tenemos terror a escucharnos..Vivimos sobre una fe quebradiza que se sostienen con sus últimos hilos. Los que nos negamos a pensar que, como decía alguien, el hombre es una casualidad condenada a morir, nos preguntamos cada día por el sentido de la existencia...Y la razón se niega a entender que NO SOBRA UN SOLO SER HUMANO EN EL PLANETA. QUE CADA ALIENTO ES ÚNICO, y aporta al mundo lo necesario para no morir de pena.Lo necesario para que el desasosiego no nos secuestre el alma, y sentir en la boca del estómago el latido de una granada de mano a punto de estallar. VIVIR NO ES NADA FÁCIL, ESTÁ CLARO. PERO VIVIR A MEDIAS ES INSOPORTABLE."


Creo no haber sido la única a la que al leer estas palabras se le han puesto los pelos de punto, o por lo menos no ser la única a la que la esperanza y esa fuerza que viene desde el interior de cada uno le ha hecho ponerse alerta y darse cuenta de que eso es precisamente lo que una hace desde hace muchos años cada día: vivir a medias; y que eso , aunque sea la tónica general, no es normal; y que eso, ya que a algunos estamos acercándonos peligrosamente( y si hay suerte) a la mitad de nuestra vida, es precisamente lo que no queremos seguir haciendo.


Por eso, como digo, apelo a la esperanza, esa cosa tan rara que no se sabe por qué se tiene, pero que se tiene. Porque a la mayoría de nosotros nos enseñaron a ser prácticos y a no mirar demasiado a "los lados"porque no interesaba; a estudiar carreras que nos permitieran vivir para trabajar cuando debería ser al revés; a encontrar una pareja para formar una familia sin cuestionar lo que eso acarrea ; a dosificar nuestro tiempo libre entre actividades planeadas y dirigidas que poco o nada dejan a la intuición...porque a la mayoría de nosotros nos resulta más cómodo pasar por la vida de puntillas y hacer como que aquí no pasa nada, como que esto es lo que nos ha tocado vivir y no hay solución. Por eso pienso en la esperanza.


La esperanza de que nos demos cuenta de que hay otra manera de vivir. Porque resulta que si que hay solución. Que , aunque haya que levantarse a desgana para ir a currar cada día; aunque nos acostumbremos a una rutina matadora en la que hay que( siempre "hay que") llevar a los niños al colegio , meter horas en el trabajo, comer , seguir trabajando, ir a buscar a los niños al cole, llegar a casa, ir al gimansio , cenar y dormir, y al día siguiente otra vez lo mismo. A pesar de eso siempre seguirá quedando espacio para vivir del todo. Porque todas esas actividades diarias se pueden hacer con ganas , intentando enseñar, intentando aprender, intentando ilusionar e ilusionarse , intentando iluminar el día a los que están a nuestro alrededor, intentando comprender que cada día, cada beso , cada café , cada sonrisa o cada mirada son únicos. Y porque , si tienes suerte, no sólo hay espacio , sino también tiempo para llenarlo con una vida al completo. Es más fácil no pensar, no hablar de cosas trascendentales que den lugar a conversaciones enriquecedoras y que puedan despertar al mostruo filósfofo que llevamos dentro todos y nos obligue( horror de los horrores) a cuestionarnos el mundo; no leer un poema o un buen libro; no disfrutar de la lluvia ( maravillosa para mi la de mi norte) ni del verde que ocasiona; no reirse con un compañero de trabajo porque no hay tiempo; no reirse de uno mismo , no vaya a ser que los demás piensen que estamos locos; no reinventar los besos con nuestra pareja de siempre cada día. Es más fácil porque no requiere esfuerzo, pero-estoy con Bárbara Alpuente- es insoportable vivir así.


Emma Peel

domingo, 13 de septiembre de 2009

Paisajes del alma





Para qué sirve un paisaje
DAVID TRUEBA director de cine
Dominical 30/08/09

"... Un paisaje es un espejo donde estás tú frente a la belleza o grandeza de la vida. Por eso ningún paisaje es dos veces el mismo, como nadie es el mismo en dos momentos diferentes de su vida... Lo hermoso de un paisaje es la significación que cobra para nosotros cuando lo reencontramos o cuando en un momento determinado se une a nuestro estado de ánimo y es como si uno se marchara con la montaña a cuestas, la puesta de sol grabada en la piel o el arroyo metido en las venas.

Un paisaje puede ser como una canción hortera, de esas que nos obligaban a oír machaconamente en los veranos de la infancia y que nos descubrimos tarareando 30 años después, porque, sin quererlo, se nos metió dentro...Un paisaje puede parecerse a ese poema que leemos una tarde y parece que está hablando de nosotros, que lo habríamos escrito nosotros si hubiéramos sabido poner una palabra detrás de otra con tino y gusto. Lo bueno de un paisaje, de un paisaje que te habla, es que tiene algo de superior. Sobre nosotros ejerce una potencia que sólo nos puede llevar a la sumisión. El que no se siente pequeño frente a una costa, una laguna, un bosque o un riachuelo, o es tonto o es un ególatra irremediable. El paisaje estaba allí antes que nosotros y lo estará después si lo respetan, sobretodo en este país de asesinos de paisajes. El paisaje puede ser un bofetón, un abrazo, una caricia o una puñalada, depende de en qué momento te enfrentes a él. A veces un paisaje ha estado delante de nosotros toda la vida y sólo lo descubrimos muy tarde, cuando nos toca despedirnos de él o reencontrarlo después de demasiados años de ausencia. A veces, uno tiene ganas de gritarle a la gente: menos autoayuda, menos pastillas y más paisaje. Más enfrentarse con la grandeza de verdad desde nuestra fantástica pequeñez.. Pero no lo dices, porque tú mismo has tardado demasiado en descubrir lo importante que puede ser aquel paisaje"

Leí este artículo sentada en el "loop bar" de Bilbao junto a mell boy hace ya dos semanas justo cuando hacía dos días que acababa de redescubrir mi último paisaje.Llegué a esta cuidad hace ya año y medio y tuve la azotea desde la que esos días antes había redescubierto sus vistas desde siempre , es decir , desde que alquilé mi piso de soltera de la calle lersundi.
Aquella tarde de agosto hacía mucho calor y, después de dar un baño de sol a mi libro y a mi misma , buscando un poco de brisa, salté de mi hamaca al balcón y me quedé atontada viendo caer el sol sobre los tejados naranjas por los que me hubiera gustado correr como una niña, si no hubiera habido serio riesgo se romperme la crisma; y admirada por el contraste que hacía con la luz y con el agua de la ría las alas grises que , como un trozo de papel albal mal cortado para envolver deprisa un sandwich, los trocitos de Guggenheim que podía divisar desde donde estaba.

No ha sido este ni el primero , ni el único, ni el último paisaje de mi alma. Si echo al vista muy muy atrás los primeros verdes que recuerdo son los de la Galicia de mi infancia desde el viejo seat 124 de mi padre y tras 10 horas de viaje( con perro , abuela, hermano, cubos y palas de playa y demás trastos incluidos). Recuerdo que, a pesar de la paliza por aquellas carreteras de España y de los gruñidos del conductor, sólo por ese momento en el que los geráneos cambiaban de color y la hierba también lo hacía, merecía la pena aquella tortura automovilística. Y no sólo para mi , eso lo supe ya entonces. Tan adentro se me quedaron esos paisajes que todavía hoy, como un ibuprofeno que no puedes pasar y se te queda en la garganta, necesito- procuro que sea cada año- volver a ellos, como se necesita un trago de agua para que pase la pastilla. Y regresando redescubrí el muelle de mi viejo Mugardos o el pequeñísimo pueblo de mi padre "O Seixo"; y regresando también se adueñaron mis recuerdos de nuevos paisajes, como las vías del tren que se ven desde la galería amarilla de mi tía ferrolana.


Salvo los años en Andalucía(de allí me quedo con una mañana de noviembre en la que -recién llegada- me enseñaron el mirador de San Nicolás en Granada y se me quedó la boca tan abierta que al día siguiente estuve constipada; y con el sol del Sur-tan distinto-poniéndose entre la playa de San Cristobal y la de Velilla en Almuñecar), salvo aquellos casi tres años, digo , entre la Galicia de mi niñez y el Bilbao de hoy, exactamente igual que pasa en el mapa geográfico de España, estuvo y está Santander. Dejando a un lado los ríos y bosques de la Cantabria profunda que mi abuelo me descubrió siendo tan niña que casi me parece imposible haberlo sido y que no puedo recordar porque sería demasiado grande la nostalgia y tendría que dejar de teclear en este momento, a esta ciudad-Santander- le deba casi todo lo que soy, hablando de paisajes -como estamos hablando-y sin querer ser una guía turísitica yo tengo en el alma el parque de los pinares verdes casi casi negros que se ve desde la terraza inmensa( y no sólo por los metros) de casa de mis padres; y un trozo de la segunda playa del Sardinero que desde unas escaleras que, ya se han convertido en ese lugar favorito que todos tenemos, veía de niña correr a mi perro por la arena en invierno, me sentaba con una amiga cómplice a contar o escuchar secretos que se quedaron enterrados allí para siempre y se los llevó la marea, o lanzaba-como un mensaje en una botella- deseos que no se cumplirían( o si, algunos si) o llamadas de s.o.s cuando no había salida porque en ese paisaje de mi alma sabía que nada malo me podía, ni me puede pasar.


Emma Peel