viernes, 28 de agosto de 2009

Las cosas que si nos dijimos


Arturo Pérez Reverte en la revista XL Semanal del domingo, 16 de agosto de 2009:
"Ahora ella, inquieta, se pregunta si hizo bien. Si la lucidez que estos libros dieron a su hijo no sirve más bien para atormentarlo. Lo sospecha al verlo salir de casa para entrevistas de trabajo de las que siempre vuelve hosco, derrotado. Cuando lo ve teclear en el ordenador buscando un resquicio imposible por donde introducirse y empezar una vida propia: la que soñó. Cuando lo ve callado, ausente, abrumado por el rechazo, la impotencia, la falta de esperanza que pronto sustituye, en su generación, a las ilusiones iniciales. Recuerda a los amigos que empezaron juntos la carrera animándose entre sí, dispuestos a comerse el mundo, a vivir lo que libros y juventud anunciaban gozosos. Cómo fueron desertando uno tras otro, desmotivados, hartos de profesores incompetentes o egoístas, de un sistema académico absurdo, injusto, estancado en sí mismo. De una universidad ajena a la realidad práctica, convertida en taifas de vanidades, incompetencia y desvergüenza. Pese a todo, su hijo aguantó hasta el final. Fue de los pocos: acabó los estudios. Licenciado en tal o cual. Un título. Una expectativa fugaz. Luego vino el choque con la realidad. La ausencia absoluta de oportunidades. El peregrinaje agotador en busca de trabajo. Los cientos de currículum enviados, el esfuerzo continuo e inútil. Y al fin, la resignación inevitable. El silencio. Tantas horas, días, años, de esfuerzo sin sentido. La urgencia de aferrarse a cualquier cosa. Hace una semana, cuando llenaba el formulario para solicitar un trabajo de dependiente en una tienda de ropa de marca, el consejo desolador de un amigo: «No pongas que tienes título universitario. Nadie emplea a gente que pueda causarle problemas». Tocando los libros en sus estantes, la madre se pregunta si fue ella quien se equivocó. Si no tendría razón su marido al sostener que no está el mundo para chicos con sueños en la cabeza y libros bajo el brazo. Si al pretenderlo culto y lúcido no lo hizo diferente, vulnerable. Expuesto a la infelicidad, la barbarie, el frío intenso que hace afuera. Es entonces cuando, abriendo un libro al azar, encuentra unas líneas subrayadas –a lápiz y no con bolígrafo ni marcador, ella siempre insistió en eso desde que él era pequeño–: «En el mar puedes hacerlo todo bien, según las reglas, y aun así el mar te matará. Pero si eres buen marino, al menos sabrás dónde te encuentras en el momento de morir». Se queda un instante con el libro abierto, pensativa. Releyendo esas líneas. Después lo cierra despacio, devolviéndolo a su lugar. Y sonríe mientras lo hace. Una sonrisa pensativa. Dulce. Tal vez no se equivocó por completo, concluye. O no tanto como cree. Puede que él forjara sus propias armas para sobrevivir, después de todo. Quizá mereció la pena."


Mismo día, misma revista. Carmen Posadas:
"...a lo largo de muchos años Gustav Flaubert fue reuniendo una larga serie de bobadas que sería muy largo enumerar aquí, pero que se parecen a muchas que actualmente damos por ciertas. Me refiero a frases como «Yo lo que deseo es ser el mejor amigo de mis hijos» Por lo visto lo guay es ser colegui de los hijos, ir de igual a igual, olvidar la disciplina, con lo que, cuando uno quiere darse cuenta, lo que tiene en casa es un malcriado de tomo y lomo, cuando no un delincuente juvenil.Yo creo que le hacemos un flaco favor a la sociedad dando por buenas falacias de este tipo. No, por mucho que lo digan los telecotillas de la tele. No, por mucho que lo sostengan los autores de esos librillos new age. No, por mucho que lo repita hasta el sursuncorda"


Los dos artículos me sirven hoy para abordar el tema de las cosas que SI nos dijeron nuestros padres.


Por una vez, y sin que sirva de precedente, voy a intentar quitarle la razón a Pérez Reverte, sólo en parte; y como casi siempre, dársela totalmente a Carmen Posadas. En mi caso, "la habitación de la hija", que se encuentra separada del salón sólo por una pared, que di por hecho que al marcharme de casa tirarían mis padres para agrandar el salón, sigue, no sólo en el mismo sitio cinco años después (nunca tiraron ese tabique) , sino que continúan sus estanterías llenas de mis libros de poesía, de las novelas que me ayudaron a escoger la adulta en la que me quería convertir y de los códigos de derecho civil, penal, administrativo y hasta canónico con los que conseguí un "título", como dice Pérez Reverte. Si se hubiera escrito este artículo trece años antes, la niña que yo fui lo hubiera arrancado, se lo hubiera enseñado a sus padres y lo hubiera utilizado como otro de sus argumentos para poder estudiar "una carrera bella y poco práctica, relacionada con la lengua"(también de la colaboración semanal del mismo escritor).Por lo que, sólo ahora y, después de muchas tribulaciones, entiendo como una suerte, no se escribió cuando yo tenía dieciocho años.E igualmente, por buena ventura mis padres no pretendieron nunca ser "colegui" de sus hijos y me encaminaron a una carrera no tan bella, pero algo más práctica como es el Derecho porque -me repetían-la literatura con lentejas sabe mejor. Y así, mientras incriminaba tanto a mis progenitores, tanto a las leyes como asesinos de mi creatividad, a trancas y barrancas me convertí en lo que soy hoy y-contra todo pronóstico- el otro día me sorprendí en el Juzgado diciendo en voz alta que mi profesión era una profesión preciosa, preciosa(creo que lo repetí dos veces porque ni yo me creía lo que acababa de decir.)Y realmente lo es si se quiere ejercer. A partir de ese momento, causal o no casualmente el domingo siguiente se publicaron estos dos artículos trascritos y es entonces cuando supe que tenía una deuda pendiente con aquel que -según dice Pérez Reverte al inicio de su columna en una parte de su entrada que no he copiado-"dio ejemplo de padre: un buen hombre que nunca dice tres frases seguidas, pero que jamás faltó a su deber, ni hizo nada que no fuera honrado. Que educó al hijo con más ejemplos que palabras."Y fue entonces también cuando comprendí eso de que "no es feliz quien hace lo que quiere, sino quien quiere hace" y que -como decía Paulo Coelho en su artículo de la semana siguiente-siempre hay una segunda oportunidad en la vida. En mi caso, la segunda oportunidad-y ya en la treintena, pero, por fortuna, con los pies un poco más cerca del suelo- de "ya que el éxito profesional no te calienta cuando hace frío", como dice la escritora Noe Martínez en su última novela( mi última adquisición) calentarme por las tardes y por las noches con mi vocación.Y de paso con el estómago lleno de lentejas. También calentitas, por cierto. Así que, después de todo, quizá mi padre tampoco se equivocara tanto y quizá esas cosas que SI me dijeron merecieron la pena.


Emma Peel

domingo, 23 de agosto de 2009

Crisis


El otro día andaba yo intentando lidiar con internet cuando recibí un correo electrónico(milagros a veces tan bonitos de la ciencia, porque este es -como dice Carmen Posadas- el nuevo género epistolar, ) que hablaba de la crisis y que, probablemente a estas alturas ya tendrá todo el que haya decidido hoy leer esta entrada. Crisis vista desde una óptica distinta y con la perspectiva que supongo que dan los años y la experiencia de haber ido "viviendo y aprendiendo", como dice la madre de una amiga .

Einstein."La crisis es la mejor bendición que puede sucederle a personas y países, porque la crisis trae progresos. Es en la crisis que nace la inventiva, los descubrimientos y las grandes estrategias. Quien supera la crisis se supera a si mismo sin quedar superado.....Sin crisis no hay desafíos, sin desafíos la vida es una rutina, una lenta agonía.SIN CRISI NO HAY MÉRITOS. Es en las crisis donde aflora lo mejor de cada uno, porque sin crisis todo viento es caricia. Acabemos de una vez con la única crisis amenazadora, que es la tragedia de no querer luchar por superarla"


Dijo Carmen Posadas en una conferencia que "los tiempos de crisis son buenos para la literatura, para escribir porque la crisis supone una vuelta a lo esencial, a la mesura, a desdeñar a esas tontunas ricachonas y absurdas que sólo dan valor a lo exterior, al continente y no al contenido; que las crisis sirven al menos para eso, para hacer autocrítica y reirse un poco de ciertas actitudes y modas que de tan habituales ya ni siquiera nos parecen ridículas y vaya tropa" .Como el hambre agudiza el ingenio, la experiencia agudiza la capacidad de contar las cosas, y es en esto en lo que consiste precisamente la noble y bella labor de escribir. Sin la experiencia de pasarlo mal, económica, sentimental, o anímicamente no se aprende, y lo que es peor aún, no se podrán contar cosas en el futuro( que es ,desde el punto de vista de la que escribe, lo mejor que tienen la vida, las historias que si podemos contar), ni saborear los tiempos mejores, que ya llegarán. Igual que ninguno de los versos de desamor, que he leido o escrito, hubieran podido nacer si antes no hubieran puesto en crisis la vida y el corazón de la pluma que los compuso. Supongo yo que algo así quiso decir Carmen Posadas cuando se atrevió a hablar de crisis.


Einstein también decía que se negaba a creer que Dios jugara a los dados con el destino de los hombres.Pues si no juega a los dados estas cartas estaban echadas y esta crisis escrita. Aprovechémosla pues , que el destino sabe mucho más que nosotros .Ventaja desde luego nos lleva.


"Que casualidad:cuanto más trabajo más suerte tengo",También Einstein.y ¿qué hacemos ahora ?pues seguir trabajando (más que nunca)para que la crisis no nos venza y para que cuando se vayan las vacas flacas y nos vengan bien dadas hayamos aprendido la lección .Que no es ni más ni menos que una lección de humildad. Como siempre.


El último libro que he leido "Cosas que no nos dijimos", de Marc Levy, se encabeza con una cita de Einsten:"Hay sólo dos maneras de ver la vida: una como si nada fuera un milagro, y la otra como si todo fuera milagroso".Ahí queda.


Emma Peel

sábado, 15 de agosto de 2009

"Ella, que todo lo tuvo". Más de libros.


"Libros. Hay muchos en la habitación, y jalonan veinticinco años de una vida. Infantiles, aventuras, viajes, textos escolares, materias universitarias, novela, ensayo, arte, historia. Desde niño, leyéndole cuentos e historietas, orientándolo con cautela, ella fue transmitiéndole el amor por la palabra escrita. La puerta maravillosa a mundos y vidas que acaban por multiplicar la propia: aspiraciones, sueños, anhelos cuajados en largas horas de lectura y templados en la imaginación. La intensidad de una mirada joven que explora el mundo en el descubrimiento de sí misma. Estos libros llevaron al muchacho a reconocerse entre los demás, a moverse con seguridad por el territorio exterior, a descubrir y planear un futuro. A estudiar una carrera bella y poco práctica, relacionada con la lengua, el pasado, el arte y la historia. A licenciarse en sueños maravillosos. En cultura y memoria.". Arturo Pérez Reverte esta semana en el Semanal XL,"La habitación del hijo"


Este artículo de Pérez Reverte da para mucho más que lo que recoge esta entrada, ya me pensaré si hacer mías sus palabras en otra ocasión. Hoy, de momento, me sirven para escribir sobre el último libro con el que "coincidí"( porque -como se dice en él-"la vida está llena de encuentros, el sentido radica en coincidir") "Ella, que todo lo tuvo"; sobre el último "amigo" que he hecho porque ,tal y como comentaba mary en alusión a la entrada del domingo pasado, los libros son como los amigos.

Ella, lo descubrí con asombro al poco de empezar a leer esta obra , no se refería aquí al pronombre, sino que es nombre propio de mujer. Italiano. Una mujer, una escritora que, después de creer haber perdido a su familia en un accidente de coche, se marcha a Florencia en busca de un diario, del que sólo conserva una página para poder así narrar una nueva historia y darle la forma de novela. Es así un libro sobre otro libro. Pero una vez allí, y como "Lo que nos falta podemos soñarlo..." ,Ella inventa y se desdobla en la "Donna di lacrima", una mujer misteriosa que recibe a hombres ilustres a los que escucha envuelta en un velo y cubierto el rostro con una máscara en su ático. De ninguno de ellos , sin embargo , aprende tanto como de las palabras de un vagabundo al que encuentra la primera noche por la calle. Como quiera que yo tengo la manía de subrayar las líneas de los libros que llaman mi atención a lápiz, dejé mi zarpa en algunas citas de este personaje bohemio como estas:


"Las apariencias engañan, no somos por lo que tenemos, sino por lo que sentimos""Este hombre es más pobre que yo, mi miseria es facil de limpiar, se quita con un buen baño y un traje limpio. Lavar la mezquindad del alma puede llevar toda una vida, y hay tanta esparcida por el mundo, que por eso la tierra apesta"


" A ser feliz también se aprende"(a esta le puse mi marca de lapicero encima porque me recordó a mi abuelo, quien solía decir algo parecido, algo como que quien quiere en esta vida ser feliz es feliz, y quien quiere ser desgraciado es desgraciado)


"La sombra de la palabra no , una vez que se nos instala dentro, es alargada"(como la del ciprés de Miguel Delibes )"La mente siempre nos juega malas pasadas.Cuando ve que podemos ser felices recurre a estrategias para hacernos sentir inferiores. Algo te dice que no eres tan especial como para merecer un momento de alegría y te llenas de remordimientos. El sueño que más miedo da es atreverse a vivir"( Sobre estas palabras creo que cualquiera de los que pueda estar leyendo este blog ahora mismo, hubiera puesto el lápiz encima, como yo lo hice, porque creo que es consustancial a las personas esa sensación de no poderse creer las cosas buenas con las que a veces nos obsequia la vida)


Y por último, tracé una línea sobre lo que viene a continuación porque sin más ,eso que dice el mendigo es la vida que " está hecha de pedacitos: cosas que vives, cosas que sueñas, un poco de lo que te dice el vecino; un trozo de pizza, una caída y una canción; dos raticos al sol, uno de dolor", un tiempo compartiendo esta entrada con quien quiera leerla o teniendo en mis manos este libro que comento.

En su intento de recuperarse a si misma y ante la incapacidad de volver a escribir,como"los destinos son únicos y entre estos y los seres humanos existe una unidad indisoluble, un vínculo muy difícil de romper"y "el escritor es escritor aunque no escriba, aunque ni siquiera sepa que lo es", acaba igualmente rodeada de libros. Por un lado, en la escuela de restauración de aquellos que fueron destruidos y arrastrados por las aguas del río Arno en el aluvión que asoló a Florencia en 1966, con ayuda del preofesor Sabatini, quien también pronucía algunos de los mejoes discursos de esta novela.


"En el mundo del arte existe otro tipo de pérdida. Yo soy un hombre solitario. Aquí no hay sólo papel y tinta. Hay una vida"


"Todas las puertas, por pequeñas que sean, conducen a algún sitio"

Y por otro lado, en la librería a la que acude tantas veces como al Harry`s bar(tan bien descrito este último, por cierto, que entran ganas de tomarse un vodka como el que pide la escritora para acompañar la lectura), donde se haya custodiando estos"seres", Lívido, un librero tan solitario y tan parecido a Ella que necesariamente acabarán encontrándose. Es lo que tenemos las personas solitarias, como se relata a la perfección, creo yo, en estas páginas. ("Los solitarios eran una raza especial. Tenían el don de ver lo invisible. A falta de compañía desarrollan la capacidad de emocionarse y percibir, de ver que todas las cosas tienen su propia alma"). Ángela Becerra introduce la poesía de otros autores a través de Lívido, que, tímido como yo , ya que no se atreve a abrir la boca y dado que "las palabras son como el agua, sino encuentran salida terminan por crear su propio cauce", utiliza para comunicarse con ella versos como este precioso de Whitman "Quienquiera que seas, pongo en ti mis manos para que seas mi poema", que es basicamente lo que hacemos los poetas, sobre todo cuando nos enamoramos.

Con todo, es de ella misma, de su soledad misma, y de "la otra" (aquí si digo que hay que leerse el libro para saber quien es "la otra")que le pregunta cosas como si"todavía cree que los demás tienen la llave de su felicidad, porque la vida no es más que una música que cada uno interpreta de manera distinta"); de los recuerdos de su hija Chiara"porque uno sin sus fantasmas está solo" a la que le confiesa su debilidad("nada me dolía, no se lo digas a nadie, tesoro mío, en realidad me dolía todo"),o de su marido Marco al que reconoce "haber regalado su libertad, y con ello haber cometido el error más grande que se puede cometer",son de quienes más aprende en este viaje que Ella emprendió, como lo he hecho yo estas tardes de agosto con la novela de Ángela Becerra, y como lo hice hace ya tantos años por la Florencia que yo recuerdo y a la que me ha trasladado tan facilmente la escritora.


"Y ASI PUES,EL ÚNICO FUTURO QUE NOS QUEDA ES EL PRESENTE"


Emma Peel

domingo, 9 de agosto de 2009

Una escritora encantadora


He modificado una poco, y a mi conveniencia, el título del último libro de Marian Keyes, "Un tipo encantador" para hablar hoy de esta escritora, de libros y de literatura.

Como en el anuncio que hasta hace poco daban en televisión con el difícil fin de fomentar el maravilloso entretenimiento de leer y que retrataba a una hija copiando todo lo que hacía su padre y rezaba algo así como "si tú lees, ellos leen", yo encontré bien pronto en los libros, no sólo una escapatoria vital al aburrimiento, sino también un salvavidas y una pasión con la que viajaría el resto de mi vida. Supongo que,como leí el otro día "entre el destino y la persona hay un vínculo indisoluble" y que -hubiera o no "copiado" a mis padres en esta afición-yo estaba destinada a los libros. Pero la realidad es que crecí viendo a estos seres llenos de páginas por todas partes(despacho, estanterías, comedor y hasta en la cocina, pero sobre todo, en las mesitas de noche)y, como quien se cría en el campo y hace de los grillos en verano sus amigos, yo enseguida me hice camarada de los libros que me han acompañado y batallado conmigo en todas las guerras de mi vida, resultando en algunos casos más heridos que yo. Había tantísimos en mi casa que llegué a presenciar incluso en una ocasión la versión moderna de la quema que hacen en "Don Quijote de la Mancha" de los libros de caballerías para evitar que el viejo Alonso Quijano siguiera enloqueciendo de tanto leer. Estaban apilados en montañas en el suelo del descansillo sobre todo, creo recordar, novelas policiacas y ejemplares de Sherlock Holmes, iban todos a la calle porque literalmente nos comían los libros. Pero dio igual, para un amante de la lectura es inevitable que estos amigos se acaben reproduciendo nuevamente como los conejos a velocidades vertiginosas y, de repente, en menos de lo que canta un gallo, la casa volvió a llenarse nuevamente de obras. Esto tiene mucho mérito en una familia que ha sobrevivido a ocho mudanzas, no sabremos nunca la cantidad de textos que se perdieron con ellas.


Tengo una tendencia innata, como ya se ha podido observar en este blog, a enrollarme como las persianas, y todo el párrafo anterior sólo lo necesitaba para contextualizar mi primer encuentro con Marian Keyes. Fue el año pasado, recién llegada de vuelta otra vez al norte, una tarde de sábado buscaba en esa pequeña biblioteca, que es la casa de mis padres y para llevarme a la mía, lomos de volúmenes que llamaran mi atención, o más bien mi intuición (siempre escogo los libros por corazonadas, de lo que deduzo que más bien son ellos los que me escogen a mi). Ese día "Susi para principiantes" me eligió. Y a partir de ahí, seguí yo sola. Como soy un poco compulsiva, si un autor o autora me gusta devoro sus títulos como si fueran palmeras de chocolate a ritmo considerablemente rápido y empiezo a ser cliente asidua del Corte Inglés, de FNAC, o sobre todo, del "Estudio", de la calle Calvo Sotelo en Santander( ya no quedan librerías pequeñas, y es una pena)en busca siempre de otra obra del mismo escritor hasta agotarla por completo. Eso me ocurrió el año pasado con toda la bibliografía de Marian Keyes.


Parte de ella fueron regalos de cumpleaños o de Navidad y la mayoría salieron de mi bolsillo al que le pasa lo mismo que a mi padre, que le sale más caro un libro que una noche de fiesta porque en una sola madrugada consume en páginas el equivalente económico a una cara borrachera. Así fui dando con títulos como"¿Ahí alguien ahí fuera ?", "¿Quién te lo ha contado?(mi favorito, y el único prestado), el último leido, "Rachel se va de viaje", o el último publicado y que da nombre a esta entrada, "Un tipo encantador".Todos ellos tienen una cosa en común, además de que su autora pudiera ser perfectamente la Jane Austen de hoy, y es el tipo de protagonistas: mujeres de entre veinti muchos a treinta y pocos, con los clásicos problemas de las solteras, pero también con las innegables y míticas ventajas de las mismas. Sobra decir que si me he alimentado de estos libros durante un tiempo ha sido porque me sentía identificada con sus personajes hasta tal punto que soñaba ,mientras leía, que también yo podría contar las peripecias de mi propia vida con ayuda de mis amigas. Si alguien ha leido el último artículo de Carmen Posadas en el Semanal XL, "El club de las viejas confundidas", sabrá mejor a lo que me refiero porque bien podría ser el tipo de mujer con el que se define la articulista, el tipo de mujer al que aspira ser cualquiera de las "chicas" de Marian Keyes o yo misma ("Sólo pretendo tener el aire de una persona joven. En otras palabras, parecerlo por la forma en que me muevo, sin rigidez y también si afectación. En realidad a lo único que aspiro es a parecer una señora de cincuenta y seis años que intenta tener el mejor aspecto posible. Y en cuanto al club de las viejas confundidas, espero resistir un año más la tentación de vestirme de nena")


Por si alguien quiere leer lo último de esta autora, sólo diré que "Un tipo encantador" va sobre un tema tan trillado, y no por ello poco interesante, cual es la violencia de género. Y ,como por razones de trabajo, conozco un poco los entresijos de este tema escabroso, hay un común denominador entre esta realidad y la ficción de la novela que retrata a la perfección y desde el principio, la escritora: el silencio que domina este problema.


Emma Peel

sábado, 1 de agosto de 2009

De nombres y barcos: "El Beiramar"

En su espacio del XL Semanal "Patente de Corso",escribió Pérez Reverte hace unas semanas sobre barcos,y los que somos(bien sea por iniciativa propia, bien por herencia genética, educacional o sentimental-como es mi caso-)amantes de la mar(que le decimos en el norte)nos emocionaron sus palabras.


"Un barco,sobre todo si se trata de un velero, es un ser vivo.Fue Joseph Conrad quien dijo que, del mismo modo que los hombres, esos singulares individuos flotantes se mueven en un elemento inestable, sometidos a sutiles y poderosas influencias, y prefieren ver sus méritos apreciados que sus defectos descubiertos.Nunca hubo una verdad como esta....Hay barcos felices y barcos tristes. Hasta en el modo de bornear cuando están al ancla se les notan las maneras. Los hay de poco carácter, siempre dispuestos a ser lo que es el hombre que los gobierna; pero también con personalidad propia, acusada, capaces de tomar por si mismos decisiones fundamentales para su supervivencia y la de aquellos a quienes transportan. Yo mismo he visto, en mitad de un chubasco espantoso, un velero noble gobernarse por si solo...Un buen barco piensa por si mismo, y es capaz, de hacer cualquier cosa menos hablar. Incluso, para un oído atento, algunos barcos hablan...La historia más pintoresca de nombres de barcos la viví en persona hará diez o doce años, cuando escuché por radio una llamada de socorro en los siguienets términos: "Arriba España, mayday, mayday. Latitud tal, longitud cual. Mayday. Arriba España".Hasta que llegué al lugar del siniestro estaba convencido de que se trataba de un fantasma de la Guardia Civil, y que me iba a encontrar con el espectro de un crucero hundiéndose de proa. En vez de eso, lo que encontré fue una embarcación a motor de ocho metros con banderas rojigualdas pintadas a una y otra banda; y a popa, flameando al viento, una enorme enseña franquista. Sin poder darle crédito a la cosa-apartaba los prismáticos para frotarme los ojos y volvía a mirar de nuevo-comprobé que el nombre de la embarcación, era precisamente ese:"Arriba España".Luego supe que el patrón era obviamente más surrealista y facha que la madre que lo parió. Le di un cabo hasta que vinieron a remolcarlo, y allá se fue el hombre con su barco y sus banderas. "Es para joder a los rojos", dijo al despedirse. "Así, cada vez que alguien me llama por radio, lo obligo a decir Arriba España".

Dejando a un lado la última parte del artículo que he de reconocer que, aunque a mi me hizo mucha gracia, dudé si rescatarla para el blog vislumbrando la posibilidad de herir sensibilidades políticas o crear conflicto-se disiparon mis dudas cuando, después de enseñarlo a gente de distintas ideologías, comprobé que las sonrisas que despertaban estas letras eran las mimas en uno y otro caso-, yo quiero hablar de veleros que, como deja entrever el escritor, son más barcos que ningun otro. Y, hablando de nombres de barcos, quiero mentar al Beiramar.


Uno de los recuerdos más bonitos y más claros de mi infancia se corresponde con una época en la que mi padre tendría unos siete u ocho años más de los que cuento yo ahora( lo que empieza a significar, otra vez, que me hago mayor).En él navegamos los dos en un pequeño velero de cubierta amarilla con Felix, el patrón del mismo y tan amigo de mi padre que le hacía hueco cada tarde para que pudiera disfrutar del mar con una parte de su familia. No soy capaz de recordar, sin embargo, el nombre de aquel velero, ni el número de año que correspondía a aquel verano. Si recuerdo, por contra, lo que sucedería después.


No se si porque había de ser así por destino , por la cultura marinera de la que se empapó mi padre en un pueblo de su Galicia natal, o porque, tras muchos años, reunió los ahorros suficientes para hacer real un sueño, sea por lo fuere, se marchó al sur de Francia y de allí regresó con un viejo velero, el Beiramar. En gallego Beiramar significa orillas del mar, existe incluso un parque en ese pueblo del que hablaba antes que se encuentra , precisamente,a los pies del mar con esa misma denominación. Supongo que siempre recurrimos a la infancia, o a la parte de ella en la que fuimos felices, para ponerle nombre a las cosas del presente más modesto. Aunque un barco no sea una cosa, por el contrario sea-como cuenta Pérez-Reverte - un ser vivo. El Beiramar era un barco discreto,pero que, a su pesar, llamaba la atención. Algo similar a lo que le sucede a su capitán, se bien lo que me digo. Se podría decir que, en este caso barco y gobernante tenían la misma personalidad. Me resulta practicamente imposible clasificarlo de manera tan sencilla como hace Pérez-Reverte porque aquel velero sólo quería hacer su trabajo( que era navegar y hacer tranquilos a sus ocupantes)pasando desapercibido.Excepto su marino, es decir, mi padre, creo que niguno fuimos leales al Beiramar. Como adelantaba antes, yo era una niña y a los niños, la infancia. Me encantaba navegar, pero dejé de hacerlo cuando navegar se convirtió en otra cosa que no he podido nunca explicarle a mi padre. Ahora , a través del blog, puedo. O puedo intentarlo, aunque sólo sea por eso de que "las cosas deben decirse porque el momento pasa y volvemos a estar solos"(es una cita de la película "Tierras de Penumbra"). Dejé de navegar porque ya no éramos sólo nosotros dos y el mar; aquello cambió y pasó a ser otra cosa, más familiar e incluso más divertida, pero yo dejé de poder escuchar el sonido del mar entre tanto ruido de "domingo en el barco" y aquella discreción de estar a solas con el mar desapareció para siempre, y dejé al Beiramar. A partir de ahí, en ese momento de la vida de todos nosotros en el que se confunden la infancia y la adolescencia, encontraría mi propio sueño, la literatura. Con los hijos, creo yo, pasa como con los veleros de este artículo, que algunos tienen "personalidad acusada y, sin dejar de ser nobles, se gobiernan por si solos".





Decía que su patrón fue leal al Beiramar porque lo cuidó como a un niño( recuerdo especialmente el episodido de "el barco tiene carcoma", como si dijese "el bebé tiene gripe") hasta que ya no se pudo hacer nada. Entonces alguien de Gijón , creo, se lo llevó a otras aguas para darle otra vida. La tercera. Porque los veleros, algunos, tienen-que se sepa-como le pasa a los gatos, varias vidas.


Y así, hace menos de una año, y después de que el que sería su principal tripulante, se recorriera casi toda la España costera y parte de Francia, así es como apareció el Beiramar 2( me sorprendió ver que mi padre no se complica con eso de los números romanos, y es que una de las cosas que caracteriza a los marinos es su espíritu práctico). Curioso, porque lo teníamos al lado , en el puerto de Getxo, y no lo sabíamos. Como suele pasar con las cosas importantes de la vida. Dijo mi madre que le daba buenas vibraciones el barco, como si alguien hubiese debido ser muy feliz allí. Y aquí es donde empieza la segunda vida del Beiramar, que es, para la que escribe, el nombre de barco más bonito que haya leido nunca.



Emma Peel