"El miedo más común-cuenta la columnista Bárbara Alpuente en la revista "Yo Donna"-,sin contar el miedo a la muerte y a la enfermedad, es el miedo al fracaso.No nos han educado para asumir el fracaso y creo que es esencial para no sentirse un desgraciado.Y el fracaso solemos relacionarlo con el entorno social.Tememos el fracaso o el éxito ante los demás.Es un clásico sentirse un fracasado por no haber alcanzado lo que tiene el resto.Pero es que el resto también tiene miedo.Un fracaso no es una derrota, es una oportunidad.Si desde niños alguien nos hubiera contado que fracasar es natural , quizás asumiéramos con más tranquilidad que uno puede fracasar incluso varias veces al día.Hay que perder el miedo a equivocarse.Hay pocas cosas de verdad irreversibles en la vida y las opciones que manejamos no suelen ser tan trascendentales como creemos.Yo os animo desde aquí a que fracaseis y asumais vuestro fracaso.Y seamos realistas,vamos a fracasar queramos o no alguna vez, así que al menos hagámoslo con dignidad,con decisión,con elegancia y,sobre todo, con frecuencia."
Quien escribe aquí,después de este recorte de artículo de Bárbara Alpuente, también ha fracasado muchas muchas veces en la vida,se ha equivocado en quinientas mil ocasiones y se ha arrepentido de incontables decisiones , y precisamente por eso,quien escribe estas líneas se considera una triunfadora en esta vida.Me explico, no me ha dado un ataque de ego de repente,es que he sentido estas palabras de la escritora como si me las hubiera quitado de la mente porque también yo considero que no sólo, -como dice el refrán- "equivocarse es humano",sino que es además sano y es la regla general , como lo es la imperfección.Pero también considero que la equivocación no es sinónimo de fracaso,muy al contrario,fracasar,reconocerlo sin vergüenza ninguna ante esta sociedad en la que la gente cree estar obligada a ocultar los reveses de la vida, y querer seguir,eso está sólo al alcance de los que yo considero triunfadores.
A mi no es que me educaran para fracasar, pero si lo hicieron para asumir de manera no traumática las derrotas y ,sobre todo sobre todo , me enseñaron a no necesitar esconder a los demás esos presuntos fracasos.Y digo presuntos, porque nunca uno puede saber si lo que hoy es un fracaso realmente es un éxito revestido de mala pata y viceversa.Gracias a los principios que escogieron mis padres para nuestra educación(mi hermano en este punto es igual) yo aprendí muy pronto tres cosas:la primera, a luchar cada guerra hasta el final,a morir-como quien dice-con las botas puestas;la segunda, a caerme al suelo con el mayor orgullo posible;y en tercer lugar, a decidir levantarme,igual que a tropezar, con todo el equipo.Y en consecuencia, como siempre en la vida, mucho más por el ejemplo de mis mayores,que por las clases teóricas,me enseñaron-queriendo o sin querer-a ser lo mejor que,pienso yo , se puede ser en esta vida, a ser humilde porque "el exito no enseña absolutamente nada".Se lo he leido a un personaje de la actualidad que no quiero mencionar para que la cita no pierda valor, alguien que sea como fuere, ha conocido el lado radical de las dos cosas en relativamente poco tiempo.
En un viaje en coche me comentaba hace tiempo Mell boy,con el que además de otras muchas cosas tengo en común el haber sido opositora ,el haber "fracasado" y haber "triunfado",que debería ser obligatorio para formar caracteres opositar y fracasar al menos una vez en el intento.Este fin de semana he compartido unas horas con Tania,otra opositora.Verla reponerse de la supuesta batalla perdida, dar las gracias y decir que continuará porque otra cosa no ,pero ella guerrera es un rato, ha sido una dosis de ejemplo.Los opositores,siempre lo diré,ellos si que saben porque ellos están hechos de otra pasta.Porque, ellos-como me sucediera a mi un día-han empezado desde abajo y han sabido lo que es no tener nada y vislumbrado la posibilidad de no llegar a tenerlo nunca y , a pesar de eso, han continuado dejándose los ojos y la juventud-como me decía mi madre cuando me hundía- en unos libros.Eso, mucho más que aprobar después, aunque ellos ahora no lo sepan, es el éxito.Una plaza, un sobresaliente o un comentario de la gente dura cinco minutos en la boca, y poca más en la memoria del que lo recibe(hace un par de semanas "el observador"-compañero de otro blog-le regaló a través de un tercero un piropo a las letras de Emma Peel.Gracias).Pero, como iba diciendo, lo que se ha cosechado hasta recoger eso que llamamos triunfo y que en cada uno toma el disfraz de una meta distinta, son las cicatrices, las heridas que demuestran que participamos de aquella guerra y son lo que uno lleva consigo para siempre conformando la personalidad, que con suerte, pueda ser la de alguien humilde.La de un campeón.
Emma Peel