"Se trata de una iniciativa que se ha puesto en marcha hace unos meses y que consiste en ofrecer favores de todo tipo. Así, quien visite la página encontrará una larga lista de personas que ponen a disposición de otras toda clase de cosas. Hay quien ofrece, por ejemplo, muebles o cochecitos de bebé usados y hasta quien regala un automóvil viejo...lo más curioso de esta cadena de favores es que está prohibido reclamar nada a cambio y esto es lo que ha llamado mi atención. No precisamente por el desprendimiento que implica (que también), sino por la gran inteligencia que demuestra. Porque lo cierto es que cuando uno da esperando recibir algo a cambio, lo más probable es que se sienta un tanto estafado. Y es que, inevitablemente, uno tiende a creer que su `favor´ es mucho mejor que lo que pueda recibir en compensación. Por el contrario, cuando no se espera nada, una misteriosa dinámica de las cosas hace que quien da, tarde o temprano, sea retribuido –y con creces– . . estas iniciativas se basan en la confianza. . . Se dice siempre que los momentos difíciles son los que dan la medida de lo que es cada persona, y lo mismo puede decirse de la sociedad en su conjunto. Porque al igual que en las épocas de bonanza –como ya hemos tenido ocasión de comprobar– florece la frivolidad más imbécil, el egoísmo infantil y el `me cachis qué guapo soy´, ahora, con las vacas flacas, ocurrirá todo lo contrario..."
Hace ya muchos años que lloré viendo en aquella película "Cadena de favores", a ese niño rubito tan inteligente y bueno que tenía la idea para un trabajo del colegio de , a partir de tres personas que hicieran un favor a otras tres a cambio de que estas regalasen otras tres deidades.. y así sucesivamente, cambiar el mundo. Llore-decía-porque la película no termina ,como no lo hace la vida casi nunca tampoco, de una manera justa. Y quizá porque me dedico a la justicia, es decir por lo que se suele llamar muy pijoteramente hoy en día "deformación profesional"(he observado la cara de la gente cuando suelta esta expresión tan guay), o simplemente por la sensibilidad tan inútil que padezco y que me hace amar tanto la poesía, las injusticias se me clavan en las entrañas y me salpican de dolor como cuando los "cazadores" de delfines se meten en la mar y los atraviesan con sus lanzas bañando de sangre la bahía. Así me siento yo cuando la balanza de esa diosa ciega se desequilibra. Y me callo porque , por "formación profesional" no puedo hacer otra cosa que mi trabajo, que es levantar acta o dar fe de las componendas que estupefacta tengo que ver cada día. Es dificil meterse en el pellejo de quien no es uno mismo, y por tanto es complicado que pueda entenderse mi dolor, como lo es comprender la sangre del delfin en la marea. Pero leer o escuchar, eso no es dificil.
Esta semana estoy de vacaciones, pero el sentimiento descrito se traslada a mi vida no laboral y a mi corazón privado. Allí, en ese ámbito si tengo más armas, además de la poesía y de este blog para exteriorizar la impotencia ante las sinrazones de la vida, tengo la cabeza; y , además, tengo algo divino que no se de donde me viene, algo que en este artículo Carmen Posadas llama confianza.
Y me he ido por las ramas, porque lo que yo quería decir se resume sin más en una cita que creo haber copiado ya en algun otra entrada de este blog "LO QUE DAS TE LO DAS, LO QUE NO DAS TE LO QUITAS". De muy niña, cuando ya empecé a no entender las injusticias me decía mi madre" HAZ EL BIEN SIN MIRAR A QUIEN" porque una buena acción siempre es recompensada( y eso, aunque me dejaran sola en el patio del colegio cada recreo me lo hubiera seguido repitiendo); me decía que las personas buenas son más felices, aunque no reciban contraprestación ninguna por lo bueno que hagan. Los años pasaron y dejé de estar sola en el recreo del colegio y en el patio de mi biografía personal porque encontré a mis cuatro amigas de toda la vida, así que mi madre tenía razón y una buena acción siempre es recompensada. Y con creces, también la señora Posadas se lleva la perra gorda con su opinión. Los años pasaron ( otra vez) y aún encima aprendí a ser feliz, así es que nuevamente mi progenitora también tenía razón, el bien hace más dichosa a la gente. Mi padre, también por formación profesional, mantuvo la boca cerrada-a disgusto, eso lo se muy bien-, pero no ha hecho en toda su vida nada que no fuera justo con la ley en una mano(mal que le haya pesado veces), ni nada que no fuera bueno con el corazón en la otra. En el Juzgado y en casa.
De adolescente escuché a un actor decir que los artistas deben partir de la nada , asumir que no tienen nada y que así todo lo que venga pueda ser considerado como un regalo. Ese consejo le valió que me haya tragado todas sus películas. Por aquellos años se repetía mucho eso de que el mal que hagas se te devuelve con la fuerza de un boomerang , multiplicado por tres. Todavía hoy cuando veo a niños en la playa jugando con ese disco no puedo evitar pensar:"cuidado, chaval, que como te vuelva triplicado el cacharro con la mala leche que se lo has tirado a tu colega, te quedas si ojo"
Y ya de adulta tengo muy claro que , por una extraña razón cósmica, metafísica, religiosa o lo que caraio sea DAR SIN ESPERAR es la respuesta a todo y la llave de la felicidad porque -como me aconsejó una vez una cuidadora de ancianos en el Hospital de Santa Clotilde de Santander- "NADA EN ESTA VIDA CAE EN SACO ROTO"; y como me dice tantas veces mi querido Mell boy, en referencia a mis quejas en temas como la amistad, el trabajo, o el propio blog"ES UN CAMINO SOLO DE IDA, no puedes esperar el retorno de lo que has dado, trabajado, dicho o escrito porque si fuera así, entonces no tendrías mérito".Tiene razón, claro. Así que yo hoy propongo a quien hay leido esto dar , dar , dar y seguir dando para que se ponga de una vez en marcha ese mecanismo maravilloso de la cadena de favores. Como en la foto que he escogido para esta entrada, está en nuestras menos.
Emma Peel